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CHICOS HERIDOS - ADULTO INFELIZ.
Esas primeras experiencias marcan por siempre no solo gran parte del rumbo de nuestra vida, sino tambi?n, la visi?n que tenemos de ella.
Ninguna etapa es más intensa, maravillosa y vulnerable a la vez, que la propia infancia. Esas primeras experiencias marcan por siempre no solo gran parte del rumbo de nuestra vida, sino también, la visión que tenemos de ella.
El vínculo que establecemos con nuestros cuidadores, con esos padres que nos guían, cuidan y arropan, nos ofrecerán los pilares de nuestro desarrollo para crecer con seguridad y autonomía. Por ello, es tan importante tener una buena infancia, porque si aparecen traumas en esta etapa, podrían marcar nuestra vida adulta.
Pero si algo falla, si aparece la violencia, el maltrato, el desamor, etc, aparecen en nuestra vida cortando el rumbo de esa infancia, la huella quedará ahí hasta ser adultez inclusive. Es un hecho, una realidad. Y como niños, como personas que aún no somos capaces no solo de defendernos, sino tampoco de comprender por qué existe la maldad o la tragedia, habremos de digerirlo con toda su dificultad y gravedad.
En ocasiones, no hace falta que lleguemos a extremos tan lamentable como un abuso o maltrato infantil. Muchas veces, esos niños que crecen sin arraigo familiar o con unos padres que no han sabido, o no han querido estrechar ese vínculo imprescindible con sus hijos, provoca que se llegue a la madurez con muchas carencias, con muchas faltas. Esto puede crear en ellos diferentes tipos de traumas. Una de las consecuencias más extendidas es la depresión. La falta de cariño y afecto han impedido que el niño desarrollase una sana autoestima y, de este modo, una infancia saludable, feliz e íntegra que esta misma se logra cuando el niño crece sabiendo que es querido, que cada uno de sus pasos, de sus decisiones y de sus fallos, van a disponer del apoyo incondicional y único que es su familia
El desarrollo de su autoestima irá a la par del afecto de los suyos. Su auto concepto será además positivo, porque es el reflejo de lo que hasta el momento, siempre ha encontrado. Pero si solo encuentra vacios, desprecios y reproches, el niño crecerá no solo con una marcada inseguridad, sino también con un cierto rencor e incluso con desconfianza. ¿Cómo hacerlo? Si quienes debieron haberle ofrecido un apoyo y un cariño incondicional solo le dieron frialdad y rudeza, es complicado que alcance una unión saludable con otra persona, que desconfíe y no tema. Así pues, de este modo, se puede crear un adulto desconfiado, incapaz de creer en él mismo y en los demás, temerosos a la hora de tomar decisiones y hasta lleno de rencor y rabia sin ningún tipo de razón aparente.
Pero ahora bien, ¿Esto quiere decir que todos los que hayan sufrido traumas en la infancia, van a padecer obligatoriamente una depresión? La respuesta es no.
Cada uno de nosotros afrontamos nuestro pasado traumático de un modo diferente. Puede que estas sean algún motivo por el que luchar día a día, algo que asimilar, aceptar y afrontar y sobre todo SANAR para tener una nueva oportunidad, y ser libre y feliz de nuevo.
En cambio, para otras personas esa predisposición biológica y emocional seguirá pesando demasiado no solo se va a tratar de un recuerdo persistente, si no que puede influir en su forma de relacionarse con el mundo. Una forma de relacionarse puede llevar a la persona a tener una vida introvertida, fría y distante. Una etapa adulta dolida, por las carencias afectivas que puede desembocar en una sintomatología depresiva, como por ejemplo, la distimia. El adulto puede llegar a pensar que no merece ser feliz y, de este modo, no se dará la oportunidad a sí mismo de serlo… ni de intentarlo, como también puede desembocar en un consumo masivo, llevando a la persona a una adicción.
Otras consecuencias:
Pueden ser personas que han perdido la confianza en sí mismas y con todo lo que les rodea. Les cuesta mantener amistades e incluso relaciones afectivas. Exigen cariño, pero son incapaces de aceptarlo porque siguen temiendo ser traicionadas, ser heridas. A pesar de necesitar afecto, en el fondo, creen que no lo merecen y lo rechazan. Sienten miedo ante las muestras de amor de los demás y no saben muy bien cómo afrontarlas.
REFLEXION FINAL:
Vistas todas estas realidades, solo cabe recordar la importancia de seguir protegiendo la infancia. Nunca pienses que un niño es un adulto en miniatura. Un niño es una persona hambrienta de emociones positivas, necesitada de experiencias llenas de afecto incondicional, de palabras y vínculos. Un niño no es un adulto que pueda comprender por qué otros adultos puedan tratarlo mal. Tampoco puede defenderse. Lo que ocurra en esas edades, habrán de marcarlo por siempre. Por ello es tan importante darles amor, cariño y afecto. Darles su espacio de autonomía a medida que van creciendo pero sabiendo que siguen teniendo el apoyo de los padres.(Prov.22:6)-(Salmos 127:3-5 NVI)
No lo olvides! CUIDA SIEMPRE DE LOS MÁS PEQUEÑOS. Si eres tú quien sufrió una infancia complicada, recuerda que siempre es posible ser restaurado, y que vale la pena merece reconocer, aceptar y SANAR, vivir de nuevo, pero esta vez en LIBERTAD! (Salmos 147:3 NVI)
Nadia Casafu-Consultor psicologico