ENSEÑANZA
DIA 7: LA CASA DE OBED EDOM
LIBRES DEL NUDO EN LA GARGANTA
Los que servimos a Dios, no estamos exentos de que se nos haga un nudo en la garganta.
Cuando algo nos preocupa hasta la angustia, nuestro cuerpo lo expresa. Sentimos opresión en el pecho, la boca del estómago retorcida y un nudo nos aprieta la garganta, a veces de tal forma, que no nos salen las palabras. Sucede así porque ante una situación de estrés, nuestro cuerpo se pone a la defensiva. Se desencadenan una serie de reacciones fisiológicas involuntarias, entre ellas el nudo en la garganta, que nos preparan para afrontar una posible agresión. Nos convertimos en animales al borde de la huida ante un depredador, como antílopes acechados por leones. Pero en nuestro entorno, las amenazas son el estrés por la situación ministerial, la deslealtad, las traiciones, las falsas expectativas, desilusiones, antagonismos, estratagemas humanas, descubrir manipulaciones para beneficio propio, por ejemplo. Todo esto no deja de ser al fin y al cabo cosas que el diablo usa.
Pero resistidle firmes en la fe, sabiendo que las mismas experiencias de sufrimiento se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. 1ª Pedro 5:9
El nudo se produce porque los músculos del esófago y la garganta se contraen. El efecto es de ligero estrangulamiento que impide tragar. Ocurre porque el acto de la ingesta de alimentos es una acción incompatible con la huida. David dijo en el Salmo 56:8 Mis huidas tú has contado; Pon mis lágrimas en tu redoma. Por este mismo motivo, también se nos seca la boca. Los vasos sanguíneos que riegan las glándulas salivales se contraen y así se restringe la producción de saliva. Para optimizar el combustible del cuerpo, que es el oxígeno, la respiración se acelera y los bronquios se dilatan. Así llega más cantidad a los músculos. Las pupilas se dilatan y se eleva el párpado superior para que entre más luz y podamos ver con detalle, aumenta el ritmo cardíaco para elevar la sangre que fluye a los órganos y así tener disponible la energía necesaria en caso de tener que huir repentinamente. Para evitar pérdidas de energía y concentrarlas en la escapada, la sangre se desvía a los órganos internos, las manos y los pies se enfrían, la cara palidece, disminuyen los movimientos intestinales y se contraen los esfínteres para impedir la defecación o la micción. Cuando la situación que nos origina la ansiedad desaparece, nos relajamos, el nudo se deshace y todo vuelve a su estado habitual. Dios ha provisto en las lágrimas una vía de escape, para los nudos en la garganta, la postración ante Su presencia, ¡perdonar al ofensor y profunda adoración al Señor son remedios infalibles!
Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente. Salmo 84:6
¡Si te produjeron un nudo en la garganta, trata de no producírselo tú a otros!